viernes, 6 de febrero de 2015

La piedra solar.

Los marinos vikingos recorrieron y dominaron el Atlántico Norte durante tres siglos a partir del siglo VIII. Un misterio histórico es cómo fueron capaces de navegar sin conocer la brújula, con periodos de día o de noche perpetuos y estando casi siempre nublado en sus dominios, lo que dificultaría enormemente la orientación con las estrellas o el sol. Las leyendas hablan del uso de unas extrañas piedras solares. En 1967 un arqueólogo danés lanzó una  hipótesis: los vikingos usaban la polarización de la luz dispersada por las nubes. 

Los cielos en Escandinavia, tierra de origen de los vikingos, no eran precisamente despejados. ¿Cómo podían encontrar la posición del Sol? En 1592 se encontró un cristal entre los restos de un naufragio se encontraron utensilios de navegación, lo que hizo pensar que posiblemente la usaban para orientarse en las aguas. Y un análisis químico demostró que la piedra era espato de islandia (un tipo de calcita).

Navegando en un día nublado cuando no se tiene idea de dónde está el sol, los vikingos escudriñaban el cielo con un cristal de espato de Islandia, rotándolo mientras barrían el horizonte en un círculo. En un punto determinado encontraban que el brillo aumentaba notablemente a través del cristal. Determinaban así una línea que apuntaba al sol. Continuaban navegando y repetían la operación. Esas dos líneas daban una buena estimación de dónde se encontraba el astro. Con un artilugio móvil, colocaban una antorcha en una posición de esa dirección simulando así la estrella. Con un reloj solar averiguaban no sólo la hora sino que mantenían la posición del sol. De esta manera determinaban y mantenían el rumbo.

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